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Dejamos de conocer la mitad de la ciudad y regresamos al barco apenas terminamos de almorzar. No entiendo lo que pasa con nosotros, pero nuestros cuerpos se atraen como imanes y cada vez que pienso que las ganas van a disminuir, hacen todo lo contrario.
Veo la cabeza de Bastian perderse entre mis piernas y solamente me entrego al placer que me hacen sentir sus labios y lengua. Mi cuerpo se estremece, mi espalda se retuerce y mi interior estalla directamente sobre su boca, la cual bebe todo.
Jadeo, mi pecho sube y baja intentando controlar la respiración, pero el solo hecho de verlo acercarse a mi rostro como si fuera un león, hace que mi centro palpite como si no hubiera recibido atención alguna. Sus labios se unen a los míos y siento mi sabor en su boca, recorro con mi
