Angélica White Me falta el aire. Mi pecho se aprieta y duele, porque a mi cerebro se le ha olvidado darle la orden a mi cuerpo de respirar. Siento un pitido molesto en los oídos que no me deja en paz. Me aturde y poco a poco comienzo a marearme; sé que no me estampo contra el piso porque él me sostiene. Estoy paralizada, sin reaccionar de ninguna forma. Trato de darle sentido a sus palabras, buscar una respuesta que explique lo que está pasando y que yo pueda reírme también por la broma de mal gusto. «Esto tiene que ser un jodido chiste». No sé si lo pienso, lo digo o lo grito. Tiene que ser una burla de su parte solo para encabronarme aún más. Y si es su finalidad, ciertamente es hora de comenzar a demostrarle que lo logró. Porque siento una cosquilla recorrer mi cuerpo como si estu