Brittainy Stewart Dos días después de la llegada a Punta Cana. Siento un peso incómodo en la espalda mientras el sol radiante del cielo de esta maravillosa isla entra por la ventana. El calor que hace es sofocante en ocasiones y esta, es una de ellas. No quiero abrir mis ojos, me duele cada músculo de mi cuerpo y no es para menos, porque todo lo que hice ayer...¡Mierda! Un estremecimiento me recorre de repente. El corazón me sube a la garganta de la impresión y abro los ojos de inmediato, para confirmar con mis ojos lo que mi mente ya sabe. «¡No puede ser! ¿Qué carajos hice?». Miro a mi alrededor con terror. Si no me atrevo a moverme es porque no quiero que, quien sea que duerme a mi lado, se despierte. Tapo mi rostro con ambas manos, primero, para luego hacer un puño y morderlo con