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2399 Palabras
KRISTAL Amy ya está en el cuarto cuando entro, y me bombardea a preguntas cuando pongo un pie dentro.     Encima del escritorio tiene dos hamburguesas y patatas, y sin pensármelo dos veces me siento junto a ella y empezamos a comer. Mi tarde se basa básicamente en estudiar y recibir mensajes de Logan para que pase mañana por la mañana a por mí.     – ¡Amy! –Exclamo, cuando he acabado de estudiar y estoy tumbada en la cama mirando el techo.     – ¿Qué pasa?     –Mira esto –Me aparto el pelo de la espalda y escucho su agudo grito al ver el tatuaje.     – ¡Me encanta! –Chilla –Yo quiero hacerme otro. Tú ya tienes dos y aun así pareces una chica buena.     Pongo los ojos en blanco y me preparo para ducharme. Amy es toda una escandalosa.     En los pasillos solo escucho a las chicas murmurar en un tono de voz para nada bajo, cosas que podría haber estado haciendo Nicholas estos cinco meses, pero yo sé que no ha hecho nada malo, le creo más que a nadie. Busco un cubículo vacío y cuelgo la toalla de la puerta para que no se moje junto con la ropa. Dejo que el agua me empape y quite el olor a sexo que emana mi cuerpo, no puedo describir cómo me sentí esta mañana mientras lo hacíamos, ha sido de lo más especial, anoche me sentía incómoda y no sé por qué, pero tras habernos acostado todo vuelve a ser como antes. Me cubro con una toalla y pongo rumbo a la habitación con la ropa en la mano y apretando la toalla. Una gran figura está dándome la espalda apoyada en la pared junto a la puerta de la habitación 264, la mía. Me acerco y distingo el tatuaje del cuello y los brazos. Está de brazos cruzados y tiene los puños apretados bajo las axilas. Con sigilo me acerco a él y paso mis manos por sus hombros, lo noto tensarse y me río.     –Mierda Kristal llevo llamando diez jodidos minutos y no abre ni Dios –Refunfuña mirándome a los ojos.     –Y dime genio, ¿Quién te va a abrir si yo estaba en la ducha y Amy está dormida?     –No soy adivino, la próxima vez pegas una nota en la puerta –Lleva su mano al extremo de la toalla y la ajusta más a mi cuerpo –te he dicho miles de veces que no quiero ni debes pasearte así por la residencia, aquí entran chicos.     –Como tú, por ejemplo.     –Yo ya te he visto desnuda, si solo existiéramos tú y yo habría prohibido la ropa hace mucho.      –Ya... pero cómo somos tú, yo y el resto de la población mundial no puedes –Hago un puchero y me río al ver sus ojos bajar a mis labios –tengo los ojos más arriba.      Abro la puerta del cuarto y la caliente mano de Nicholas retira el pelo mojado de mi espalda, trazando un círculo alrededor del tatuaje con forma de alas. Es muy bonito, y representa mi libertad de cierto modo. Reviso la habitación buscando a Amy y encuentro un sobre igual a los que lleva recibiendo desde hace meses, siempre los ignoro, pero algo raro deben de tener ya que cuando los ve se pone nerviosa y sonríe como los tontos. Hay una nota pegada en mi escritorio que me avisa de que Amy se ha ido a casa de su madre a pasar la noche de hoy. Informo a Nicholas de ellos y al momento que se lo digo lo tengo pegado a mi espalda manoseándome.     – ¿Te has curado el tatuaje?     –Necesito que me ayudes con la crema –Pido, sacando un bote de pomada curativa para que la piel del tatuaje de regenere y no fastidie la tinta.      Sus dedos están calientes al hacer contacto con mi piel, y tiemblo cuando tira de la toalla que cubría mi cuerpo para desprenderse de ella. Extiende la pomada por la zona tatuada y me da la vuelta.     –Te han crecido las tetas.    Mis mejillas se calientan a la vez que el lleva su dedo a la corona que hay bajo estas.     –Siempre acabo desnuda cuando estamos solos –Me quejo, sacando mi pijama de seda azul del armario junto con un tanga a juego.     –No hacía falta que te vistieras, podría haberme desnudado yo –Se saca la camiseta de un tirón y la tira al suelo.    – ¿Qué haces Nicholas?     –Voy a dormir aquí, es obvio –Se tira en la cama boca arriba y palmea su lado.     Bufo y cojo el libro electrónico que me regalaron por navidades, Nicholas me mira curioso aun cuando estoy sentada con la espalda en el cabecero buscando un buen libro para leer. Me quedo leyendo unas cuantas páginas digitales un buen rato, sintiendo la mirada de “La Bestia” sobre mí en todo momento.      –Me incomodas, Bestia –Murmuro.     – ¿Tienes algún libro? –Se levanta de la cama y ojea la habitación con detenimiento.     –Sí, ¿Para? –Despego la vista de la pantalla y la fijo en la ancha espalda de Nicholas.    –Quiero leer un rato –Se encoje de hombros y saca de una estantería el ejemplar de Cumbres Borrascosas.     – ¿Te gusta leer? –Me cuzo de piernas sobre la cama y dejo el libro electrónico a un lado.      Miro atenta cada paso que da hasta estar sentado encima de la cama, sus grandes piernas ocupan media cama y cuando pasa las hojas del libro ojeando palabras me sorprendo al ver que frunce el ceño y me mira.     – ¿Los libros del apartamento no te dicen nada?     –Pensaba que los tenías por tener.     –Me gusta leer –Sonríe y pasa el dedo por la dedicatoria que me dedicó Troy cuando me lo regaló –Te lo regaló él.     –Por desgracia, sí.     – ¿Por qué tienes frases subrayadas?     –Me gusta recordar algunas frases que tienen que ver con mi vida.     –‹‹Quédate siempre conmigo, toma cualquier forma, pero, por favor, no me dejes en este abismo dónde no puedo hallarte›› –Cita, leyendo cada palabra con una sonrisa.    –Es muy cursi –Me cubro la cara con las manos y suspiro.     Sus manos se ajustan a mi cadera y me sientan en sus piernas, dejando el libro delante de los dos y a mí atrapada entre sus brazos.     –‹‹Te amo y tú también me amas. Ni los cielos ni el infierno nos hubieran podido separar, y lo hiciste tu... ¿Por qué?›› –Sigue citando. Me mira y sujeta mi nuca para acercarme a él –Yo también tengo este libro subrayado, cuando vuelvas a casa te dejaré leerlo. Es sobre ti.     No espero menos – ¿Este chico podía sorprenderme más? No creo.     ¿Cuándo has subrayado esto?     Depende, esta –Señalo la última que ha leído –Es o era por Troy, y la primera que has leído es por ti.     –Me pasaría el día leyendo cada frase que has subrayado, pero me muero de sueño –Deja el libro en el escritorio y vuelve a tumbarse en la cama –Mañana vuelves a casa, este no es tu sitio.     –No tengo sitio fijo.     –Tú sitio está conmigo.  ***    –Nicholas –Le muevo, y en lugar de despertarse se da la vuelta y sigue durmiendo.     Son las siete y media y solo me falta levantar a “La Bestia” y hacer la cama. Hoy entro una hora antes, solo tengo que hacer los tres exámenes que me quedan y ya estoy de vacaciones, el miércoles tengo que ir a por unos papeles de la residencia y ya, ¡Vacaciones!      Bufo cuando Nicholas no se levanta y rodeo la cama para tenerlo de frente. Elevo la mano y la paso por su cara haciéndole gruñir y apretar los ojos con fuerza.     –Grrrr...     –Bestia levanta –Ordeno –tengo que ir a hacer mis exámenes para luego volver y hacer la maleta.     –Vete a clases, yo te hago la puta maleta –Espeta, hundiendo la cabeza en la almohada.    –Vago de mierda –Río, repasando los últimos apuntes del examen de biología, que es el único que me cuesta un poco –te veo luego –Me acerco a la cama y paso mis manos por su espalda, se remueve y antes de que me aprisione en la cama beso su hombro y salgo del cuarto.     Logan me espera a la salida de la residencia con su sonrisa amable y unos cuantos apuntes en las manos.     – ¿Te lo sabes? –Se recoloca las gafas y me mira por encima de la pasta negra.     –Sí, el de biología lo llevo peor, pero me lo sé.  ***    Tres horas he estado sentada en una silla escribiendo, solo quiero tumbarme en la cama y leer un rato. Se me ha dormido la mano y me duele. Durante los últimos veinte minutos solo podía pensar en el cómodo sofá de Nicholas y Cumbres Borrascosas, desde que anoche estuvimos leyendo las frases tengo ganas de ver qué cosas ha marcado él que tengan relación conmigo. Camino a la residencia tras un largo y duro día lleno de exámenes y cotilleos insoportables de mis compañeros.     Hoy Logan se ha quedado una hora más en la universidad por el examen de literatura que tenía, yo lo hice la semana pasada y fue muy fácil.     Mi hermano me ha llamado en cuanto he acabado y me ha avisado de que nuestro padrastro va a traer a Rose unos días en los que mi madre y él podrán irse por fin de luna de miel. Estoy muy feliz por ellos, aunque he de admitir que me deprimí al verlos en el altar mientras que yo estaba sola y sin Nicholas viendo su amor en primera fila.     La melena rubia resalta sobre los estudiantes que me voy cruzando en el aparcamiento de la residencia. He hablado con ella unas cuantas veces en lo que llevo aquí, y no es para nada agradable, es una rubia chillona que solo vive para los chicos y las fiestas, he ido a alguna que otra fiesta estos meses, y cuando me la encontraba ya estaba con la ropa mal puesta.     – ¡Kristal! –Exclama, parándose delante de mí y sonriendo con los dientes –Estás invitada a la fiesta que se hace en el local que hay junto al Nightmare. Dile a Nicholas que venga también.     –Se lo diré –Sonrío falsamente y la rodeo, siguiendo mi camino hacia la habitación.     El cuarto está vacío, ni siquiera mi ropa está en el armario. Cuando entro y el armario está abierto de par en par.     Dejo la mochila en el suelo y cojo el libro que hay sobre mi mesa. Este no es mi libro de Cumbres Borrascosas, es el de Nicholas. En lugar de tener las frases subrayadas en amarillo las tiene en verde claro. Tiene muchas frases resaltadas. Lo cojo y me siento en la cama a leer. Todas las frases, una por una, son todas hacía mí.     ‹‹He luchado duro contra la vida desde que oí tu voz por última vez. Y tienes que perdonarme, porque solamente luchaba por ti.››       ‹‹En dos palabras se resumiría entonces mi futuro: muerte e infierno; porque la vida, si la perdiera a ella, sería un infierno.››    ‹‹No he sido yo quién ha roto tu corazón, te lo has roto tú misma, y al hacerlo, de paso, el mío.››     Sé con certeza que está el resalto durante la semana que me enteré de que era un reto y me fui una semana. Busco por la habitación y la ausencia de mi libro me hace sonreír. Los ha cambiado.     ‹‹En su rostro se pintaba una expresión de infinito dolor.››    Sonrío como tonta al pasar las páginas rápido y ver mucho verde en ellas, me va a llevar tiempo leerlas todas, pero lo haré, quiero saber qué piensa y pensaba de mí o qué cosas le recordaban a mí.     Llaman a la puerta y la varonil voz de Nicholas se escucha del otro lado al pedirme que le abra     – ¡Voy! –Cojo el libro y lo pego a mi pecho.     Abro la puerta y lo abrazo cuando sube la vista a mis ojos.     –Ya lo has visto –Susurra contra mi pelo, rodeándome con sus brazos.     –Me encanta, muchas gracias.     –Tengo el tuyo en casa, he leído bastantes.     – ¿Te has llevado mis cosas? –Me separo de él y cierro la puerta con llave –mi armario está prácticamente vacío.     –Están en el de casa.    Asiento y me muerdo el labio mirando el libro. Quiero saber y saborear cada una de las palabras que tiene este libro para mí.     La moto de Nicholas no está por ninguna parte, pero entonces veo a Rick mirándonos junto a su coche.     – ¿Nos vamos con él? –Pregunto.    –Sigue sin caerte bien –Afirma casi riendo.     –No, la verdad, ya nos llevamos mejor.    Me mira curioso y me abre la puerta del coche para que suba.    –Hola –Saludo a Rick cuando estamos todos dentro.     –Hola –Me sonríe levemente y mira a su amigo – ¿Cuándo coño pretendes decirme porqué mierdas te fuiste? –Espeta a “La Bestia”     Esta conversación ya me la conozco y no quiero volver a escucharla. Abro el libro y la letra en cursiva de Nicholas me sorprende en la contraportada del libro.     Hasta el sentimiento más odiado puede ser tu mejor recurso.     Le miro alzando la vista y me centro en cómo gesticula con las manos o en cómo sus labios se mueven con cada palabra. Toco las letras escritas con lápiz y paso las hojas hacia atrás hasta dar con alguna frase.     ‹‹...Me veo continuamente cercado por su imagen.››     Releo la última frase una y otra vez, pues yo también la tengo resaltada, y se dirige a mi chico tatuado.     –Kristal, ya podemos bajar –Nicholas me mira divertido y yo miro el edificio blanco que tenemos delante. Ya hemos llegado y yo ni me he enterado.      –Gracias, Rick –Beso su mejilla y cierro la puerta del coche, viéndolo desaparecer por la carretera.     –Subamos –Sus dedos encajan con los míos de manera única, y se aferran a mí hasta llegar a lo más profundo de mi alma – ¿Qué te parece si usamos el regalo de Navidad? Ese que nos regaló Austin –Susurra en mi oído.    –Me encantaría.    El vestíbulo está vacío salvo por el portero, este hombre ya me empieza a dar miedo, su mirada malvada y la sonrisa estúpida de su cara lo hacen ver un pedófilo.
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