Capítulo 4

1981 Palabras
—¿Me estás diciendo que hablaste con Jayden? —India me miró con la boca abierta. —Bueno, sí. Pero no mucho —me crucé de brazos para luego hablar entre dientes—. Me vio observando a Marlon en la hora de almuerzo, ¿puedes creerlo? —Pues claro que lo creo. Ya te hemos dicho que no eres nada disimulada. —Es un pesado —resoplé mientras ella me miraba con curiosidad—. Me dijo "futura cuñada". —¡¿Y eso es malo?! —Señorita, preste atención a la clase —la profesora de literatura le dio una mirada fulminante a mi amiga. —Perdón —sonrió con falsedad para luego murmurar—. Si te dijo eso es porque cree que tienes una oportunidad con su hermano, ¿no? —Ojalá fuera por eso —puse los ojos en blanco y comencé a escribir lo que la profesora estaba dictando—. Definitivamente sólo lo hizo para joderme. —¿Te das cuenta de que la mejor forma de acercarte a Marlon es siendo amiga de Jayden? —Ninguno de los dos quiere ser amigo del otro, así que no —digo con firmeza—. Además, ni siquiera nos conocemos. —Por eso tienes que hablarle, para conocerlo —mordió la punta de su lápiz y me miró con maldad—. Estoy segura de que algo bueno puedes sacar de la llegada de Jayden. —India, por favor —reí mientras negaba sin poder creer lo que me estaba diciendo—. El pobre chico llegó hoy y tú ya quieres que lo utilice para acercarme a su hermano. —No lo vas a utilizar, solo vas a aprovechar la oportunidad que la vida te está dando. —Ya, sí. Como digas —mordí el interior de mi mejilla para ocultar las ganas que tenía de bufar. Definitivamente es una locura lo que mi amiga me está incitando a hacer, ya que es obvio que ni así Marlon podría fijarse en mí—. Los chicos de último año no se fijan en una simple mortal que además es de tercero. —Es tu año para hacer que eso cambie, mujer —India soltó un gruñido de frustración. —¿Y si lo haces tú? —Puedo intentarlo también, si eso te hace sentir más tranquila —se encogió de hombros para luego mirarme con una sonrisa traviesa—. Operación: "Ligar con chicos de último año". —Dios, India —tapé mi boca ocultando mi risa de la profesora—. Que nombre más feo. —Puedo buscar otro nombre, pesada —bufó con gracia—. ¿Pero quieres que lo haga...? —Jamás he coqueteado con alguien, ¿y tú crees que podría conquistar a chicos de último año? Por favor, India —reí sin gracia. Tengo 16 años y jamás he tenido novio. Sé que no soy demasiado grande como para sentirme mal por eso, ya que me quedan muchos años para conocer a alguien. Pero, muy en el fondo, me apena no gustarle a absolutamente nadie. Porque ni cuando iba en el jardín un niño se fijó en mí. Nunca nadie me dio un beso en la mejilla o me regaló una flor, siempre fui la niña a la que nadie se le acercaba. Creo estar segura de que soy una de las pocas personas que aún es virgen en la escuela, lo que la verdad no es un problema para mí. Sin embargo, lo que me avergüenza un poco es que ni siquiera mi primer beso he dado. Y aunque sé que no tiene nada de malo, sueño con el día en el que alguien desee besarme. —Ya pueden irse. Que tengan buena tarde —estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta de ya había sonado el timbre, indicando que las clases de hoy ya habían acabado. —Lo que a ti te hace falta es salir más —India dijo mientras guardaba sus lápices en el estuche—. Porque ¿cómo vas a conocer a gente si siempre estás en tu casa leyendo un libro o viendo por milésima vez las temporadas de Los Simpson? —Lo paso muy bien haciendo eso, no sé qué tiene de malo —me puse la mochila en el hombro y esperé a que mi amiga estuviera lista para salir de la sala. —No tiene nada de malo, sólo que te encierras en tu burbuja y no sociabilizas —mordí el interior de mi mejilla sintiéndome derrotada. La verdad es que tenía razón, pero no se lo iba a decir—. Yo amo a tus padres, pero siento que todavía no se dan cuenta de que ya tienes la edad suficiente para hacer cierto tipo de cosas. —Sólo quieren lo mejor para mí. —Entiendo que no te dejen ir a fiestas de desconocidos, pero al cumpleaños de tu amiga... —ladeó la cabeza con una mueca—. ¿No crees que es demasiado? Vas a estar en una casa que conoces a la perfección, con tus amigos y con el hermano mayor de Maika. Quien por cierto siempre ha estado dispuesto a cuidarnos a nosotras también. —Lo sé, pero como dice mi padre... —aclaré mi garganta para imitar su voz—. «Siempre hay una probabilidad de que alguien le ponga algo a tu bebida» Maika bufó, pero prefirió no seguir hablando del tema. —Bueno, amiga. Nos vemos mañana —dejé un beso en su mejilla y crucé la calle para comenzar el trayecto hacia mi casa. Saqué el celular de mi mochila y gruñí al comprobar que habían 33° de calor. Paré el paso para sacarme la sudadera de polar que tontamente traía puesta. ¿Quién se viste así cuando sabe que el día estará demasiado caluroso? Pues bueno; Sabine Oswalt. Arreglé un poco mi polera antes de seguir caminando. La verdad es que no me siento muy cómoda con ropa que deje al descubierto mis brazos, debido que no me gustan al ser estos demasiado delgados. —¡Hey, cuñada! —abrí los ojos como plato, paré el paso y maldije por lo bajo al escuchar esa voz. Vi de reojo cómo un gran auto n***o paró a mi lado— ¿Quieres que te lleve? Lo primero que se me ocurrió hacer antes de mirarlo fue volver a ponerme rápidamente la sudadera. —No, gracias —busqué con mi mirada a Marlon, pero después caí en cuenta de que él tenía su propio auto. Bueno, al menos me salvé de que me llamara "cuñada" frente a su hermano—. Oye... —ladeé mi cabeza y entrecerré mis ojos al ver el modelo del auto. «Él no es el único que tiene ese coche, Sabine» pensé, pero la verdad dudaba que mucha gente pudiera comprar un carro tan costoso como ese. —Dime, por favor, que no fuiste a Walmart ayer —añadí. ­—¿Qué? —frunció el ceño claramente confundido. —¿Fuiste a Walmart ayer? —volví a preguntarle. —Sí, pero... —¡Así que fuiste TÚ el que me dejó atrapada en el estacionamiento! —lo apunté con el dedo índice mientras me acercaba a su ventana. —Espera... ¿Eres la que me regañó antes de largarme? —los ojos de Jayden brillan con diversión. —Entonces me escuchaste y no fuiste capaz de pedir perdón —reclamé. —Pues sí —se encogió de hombros—. La verdad es que ni siquiera te miré. —Eres increíble... —le di una última mirada fulminante y seguí caminando mientras veía de reojo cómo avanzaba con lentitud a mi lado—. No necesito que me lleves, gracias —repetí, porque al parecer no le había quedado claro. —¿Por qué volviste a ponerte la sudadera si el día está jodidamente caliente? —Porque quise —dije sin dejar de mirar hacia en frente. —Vamos, niña cabezota. Yo te llevo —me muerdo la lengua para evitar soltar un "bueno", ya que es un ofrecimiento bastante tentador si tomamos en cuenta lo fuerte que está pegando el sol. —No me subo en autos de extraños y tú, eres uno por ahora. Así que no. —Ay, por favor —rió con burla—. Soy tu futuro cuñado, ¿cómo me vas a considerar un extraño? —¡Dios! ¡Deja de decir eso! —miré con miedo hacia todos lados para saber si alguien escuchó la estupidez que dijo, pero no había nadie cerca. —¿Quieres que te grite cuñada mientras te sigo a tu casa? —Por supuesto que no —contesté sintiendo cómo mis hombros se ponían rígidos. —Entonces deja que te lleve —fruncí mi nariz y gruñí antes de dirigirme hacia el auto. Me puse el cinturón de seguridad y suspiré de alivio al saber que nadie podría verme junto a Jayden gracias a los vidrios polarizados—. ¿Dónde vives? —Tú sólo sigue derecho —me cruzo de brazos y suspiro con pesadez—. No era necesario hacer esto. —Lo sé, pero quiero conocerte. Frunzo el ceño. —¿Por qué? —Porque necesito saber si eres una buena chica —me miró por unos segundos y rió al ver mi cara de confusión—. Ya sabes, si quieres estar con mi hermano tengo que saber antes que no le romperás el corazón —quise reír al escucharlo. ¿Cómo podría romperle el corazón a Marlon? Alguien como yo jamás podría hacerlo. —¿Por qué te interesa tanto que me guste tu hermano? —¿Lo estás admitiendo? —enarcó su ceja. No tiene sentido seguir negándolo, puesto que Jayden ya había descubierto mi secreto. —Un poco, sí —mentí. Definitivamente me gustaba muchísimo, pero no se lo diría ni aunque me pagaran cien mil millones de dólares—. En el próximo semáforo dobla a la derecha —asintió con una pequeña sonrisa—. Es tu turno de responder mi pregunta. —¿Cómo te va en el colegio? —¡Te toca responder a ti! —grité con molestia. Odio cuando hacen eso; responder con otra pregunta. —Contéstame eso, Sabrina. —Mi nombre es Sabine... —quise golpearlo, pero definitivamente no quería causar un accidente. —Son muy parecidos —gruñó—. Pero no nos desviemos del tema, cuñadita —rechiné los dientes al escucharlo. Necesito llegar a mi casa ya. Se me está haciendo difícil aguantar las ganas que tengo de golpearlo—. ¿Eres una buena alumna? —Mi casa es la burdeo —me acomodé en el asiento y suspiré con alivio. Por fin me iba a bajar de este auto—. La verdad es que me va bastante bien, ¿por qué? —¿Tienes novio? ¿Alguna vez has sido infiel? —se estacionó frente a mi casa y se giró hacia mí. Alzó sus cejas esperando que respondiera. —No y no. ¿Qué pasa? —pregunté con desconfianza. —Perfecto. Dame lo que queda de la tarde para planificar todo y mañana te explico. —¿Me explicas qué? No nos conocemos, no deberías explicarme absolutamente nada. —Ahora que admitiste que te gusta mi hermano... Hiciste que se me ocurriera una idea fantástica y tal vez un poco tonta, pero en realidad creo que a los dos nos convendría —me guiñó el ojo—. Mañana te cuento. Estaba demasiado confundida, pero en este momento lo único que quería era entrar a mi casa. —Ehh... ya —asentí con lentitud. Me quité el cinturón y salí del auto. Antes de cerrar la puerta, hablé—. Gracias por traerme, Jayden.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR