AMELIA El martes, aquella chica recién graduada celebró otra fiesta y allí estábamos los tres. Yo crucé los dedos por que la noche no terminara en pelea, pero si Elliot estaba involucrado, eso era difícil. Me estaba ajustando los tirantes de mi vestido azul cuando Erick pasó por mi con el coche de su madre. Me zalcé con rapidéz los zapatos y al atravesar por delante del salón, mis padres me advirtieron por centésima vez que tuviera cuidado. —Y llámanos si quieres que pasemos a recogerte —me advirtió mi padre. Yo asentí y correteé hasta despedirme de ellos con un par de besos. —Estaré bien —aseguré, y me marché—. ¡Os quiero! ¡Buenas noches! Escuché que me gritaron lo mismo cuando ya estaba en la entrada de casa. Después corrí hasta el coche de Erick y sacó una sonrisa resplandec