ELLIOT —¿Sigues teniendo ganas de pelea? ¿Te has visto la cara? Le di otro golpe al saco de boxeo y esa vez se movió hasta el soporte metálico. Lo guardábamos en la caseta del jardín y esa mañana tenía que sacar un montón de cosas contra él. Me levanté demasiado temprano para ser yo, estaba revuelto y lo primero que hice fue mandarle un mensaje a Amelia. Necesitábamos hablar y ella lo sabia. Entendí que estaba celosa demasiado tarde, pero eso me confirmó más que le gustaba. Ella me gustaba, yo le gustaba, y aunque no fuera el sentimiento más fuerte del mundo, valía la pena. Era sencillo. —Tenemos espejos, me he visto —aseguré. Torció el gesto al verme. Ya sabía que tenía una cara de mierda; el labio hinchado y la mejilla morada. Me vieron llegar la noche de la fiesta poco después