Cierro la llave del jacuzzi y me doy una ducha rápida, compro comida para llevar y tomo un taxi para el hospital.
Cuando entro a la habitación, Sam se sorprende.
—¿Qué haces aquí? Pensé que estarías con Victor.
—Sam, vine a acompañarte y eso haré, Victor me llevo al hotel porque no encontraba la dirección, pero eso es todo.
—¿Mucha amabilidad de su parte no?
Cambio de tema para distraerlo.
—Traje comida ¿quieres?
—Si, tengo hambre, muy buen uso de la comida para distraerme.
—Es que eres muy terco.
—Un poco sí, aliméntame pues antes que me ponga más terco.
Yo le sonrío y me siento a su lado, empezamos a comer mientras no dejo de pensar en que no ha cambiado nada su carácter, sigue igual de mandón y renegado que siempre.
—¿Qué tanto piensas?
—Pienso que sigues igual de renegado y mandón.
El sonríe.
—Bueno hay cosas que nunca cambian.
—Por cierto, Victor me invitó a conocer Las Vegas el fin de semana.
—¿Y vas a ir?
—No lo sé, la verdad si me gustaría conocer un poco antes de irme, aprovechar mi estancia en Las Vegas.
—Camila lo he estado pensando y me voy a regresar contigo a Jefferson, ya es tiempo de que ayude a mis padres con el rancho y cuanto antes será mejor.
—¿De verdad?
—Si, hable con Bob y me va a traer mis cosas.
—Me alegro mucho.
En eso suena mi teléfono y al revisarlo me doy cuenta que es Marson.
—Hola soldado ¿cómo estás?
—Muy bien mi policía favorita, hable al rancho y tú madrina me dijo que estas fuera de la ciudad.
—Si, estoy en Las Vegas con Sam, tuvo un accidente.
Marson se queda en silencio por unos minutos.
—¿Pero está bien?
—Si, sigue renegando y peleando así que está bien.
—Te hablo para avisarte que en un mes podré regresar, espero ya tengas una respuesta a todas mis peticiones.
—¿Cuales la de noviazgo, matrimonio, tener hijos, vivir juntos?
El sonríe.
—A todas, pero ya que llegue hablaremos, saludame a Sam y nos vemos pronto.
—Está bien, adiós.
Me doy la vuelta muy risueña a ver a Sam y el está muy serio.
—Te manda saludos Marson.
—Si ya me di cuenta, así que están pensando en casarse.
—La verdad no sé, aunque me gusta mucho platicar con él y me hace mucho reír, no lo conozco tanto para saber si de verdad siento algo por él.
—Pues yo al principio creí que te quería para divertirse, pero al parecer se enamoro, quiere casarse y formar una familia, ya han pasado algunos años y sigue interesado en ti.
—Pues si, eso parece.
El cansancio me vence y me acomodo en un pequeño sofá y al poco tiempo me quedo dormida, por la mañana me despierto asustada y desorientada; Sam está recién bañado y perfectamente rasurado.
—Se me pegaron las sabanas, que vergüenza.
—No quise despertarte, me asustaban tus ronquidos y pensé que si me acercaba podrías morderme.
—Que gracioso.
—Entro Victor y mejor se fue del susto que le diste, ya no creo que te invite a pasear el fin de semana, salió huyendo.
Suelta una carcajada y se sienta a mi lado en el sofá.
—Me van a dejar salir hoy, sólo que no puedo viajar hasta dentro de una semana que me quiten los puntos, ¿puedes faltar unos días más al trabajo?
—Yo creo que sí, de todos modos hablaré con mi Jefe, también voy a llamar a mi madrina, ¿quieres que le diga lo que paso?
—Llámala y hablamos los dos con ella.
—Me parece muy buena idea.
Saco el teléfono de mi bolsa y marco.
—Camila, porque no me habías hablado hija, me tienes preocupada.
—Madrina, tengo que contarte algo.
—¿No me digas que te escapaste con ese muchacho Marson para casarse?
Yo no puedo evitar una carcajada.
—Eso quisieras tú verdad, ya casarme.
Ella sonríe.
—Bueno hija ya sabes que yo quiero tener nietos pronto.
Sam la interrumpe muy serio.
—Mamá, Camila esta conmigo.
Mi madrina se queda seria por un momento.
—Sam, mi vida ¿estás bien? ¿por qué están juntos? ¿qué sucede?
—Mamá, no te asustes, pero tuve un pequeño accidente, no fue grave y Camila vino a asegurarse que estoy bien.
—¿Porqué no me lo dijiste hija? yo hubiera ido contigo.
—Madrina no quería preocuparte y Sam esta bien ya lo escuchaste, me quedaré unos días mas con él.
—Buscaré un vuelo y salimos esta misma tarde para allá.
—No madrina, no es necesario de verdad, Sam esta bien.
—Si mamá estoy bien, no es necesario que vengan tú y mi padre.
—Bueno, pero hijo por favor cuídate, te extraño tanto.
—Yo también mamá y no te preocupes, saluda a papá, los quiero.
Colgamos y él se queda pensativo.
—Me siento culpable por no volver antes, pero no me atrevía a enfrentar mis fantasmas del pasado.
—No te preocupes, tal vez ahora es el momento adecuado.
Entro al baño para arreglarme un poco y cuando salgo está una enfermera con los papeles listos para que Sam salga.
—Recuerde que no puede hacer esfuerzos, ni levantar cosas pesadas, nos vemos la próxima semana para quitarle los puntos.
Tomo su pequeña maleta y vamos a la farmacia por su medicamento, también compro algunas cosas para hacerle curaciones.
Al salir Bob esta esperándonos para llevarnos al hotel.
—Hola Sam, que bueno verte mejor, deje todas tus cosas en la habitación de Camila.
Sam asiente.
—Gracias Bob ¿cómo está Abby?
—Bien, es más fuerte de lo que pensamos, le dio mucha tristeza que no pudiste ir a despedirte, pero dice que se alegra mucho de tu decisión, Zac me dijo que puedes regresar cuando quieras.
Llegamos al hotel y subimos a la habitación, le preparo la cama para que se acueste y aunque no quiere, lo obligo a hacerlo, después de unos minutos se queda dormido, yo lleno el jacuzzi para ahora sí por fin disfrutarlo.
Le pongo unos aceites que tienen aquí en el hotel, que por cierto huelen delicioso, a coco, me meto al jacuzzi y suspiro, estoy tan cómoda que casi me quedo dormida, abro los ojos y me sorprendo al ver a Sam observándome con una sonrisa en los labios.
—¿Pero tú que haces aquí ? no se supone que estabas dormido.
Empieza a quitarse la ropa y yo me quedo sin respiración, no puedo creer lo injusta que es la vida, está mucho mejor de lo que recordaba, sus músculos están más marcados, no puedo quitarle la vista de encima, quisiera aprovechar que se quito la envoltura para disfrutarlo poco a poco, como dice Emily, menos mal que si estoy babeando no se nota por el agua del jacuzzi.
—Yo también quiero disfrutar del jacuzzi, y deja de verme así que estoy convaleciente.
—Pero estás loco, te vas a mojar la herida, te puede hacer daño, además no te estoy viendo de ninguna forma.
—Oh si, parece que en cualquier momento me vas a morder los hombros.
Me da risa que lo recuerde, pero si en realidad eso quisiera, devorarlo.
Se mete al agua y suspira, yo cierro los ojos y me repito mentalmente, está convaleciente, no se come, no se muerde, no lo veas, piensa en otra cosa, Sam me saca de mis oraciones mentales.
—Hace años que no tomaba un baño así, crees que Marson se molestaría si supiera que su futura esposa esta desnuda con un hombre en un jacuzzi.
—Aún no es mi prometido y no tiene porque enterarse.
Me sonríe.
—Yo no estaría tan seguro, has cambiado mucho en estos años.
Me lo dice mientras pasa sus ojos por mi cuerpo.
—Tú también.
Se acerca poco a poco a mi y cerca del oído me dice con su voz gruesa.
—Ya no te ves tan niña, aunque esas pecas en tú nariz aun me hacen dudar de tú edad.
Yo me retiro de él lo más rápido posible y empiezo con mi oración mental de nuevo, no se come, no se muerde, no pienses, no veas, no sientas.
—¿Qué tanto cuchicheas?
—Estoy haciendo una oración así que no me interrumpas.
—¿Mientras te bañas?
—Si.
—¿Puedo escucharla?
Yo suelto una carcajada, si supiera.
—Tal vez algún día te la diga en voz alta, pero no ahora.
El me regala esa sonrisa tan encantadora que me eriza piel y hace que se me olvide en lo que estaba tratando de concentrarme.
—Sigo provocando algo en ti, tú respiración se acelera como la primera vez que te besé.
Yo para cambiar de tema le sonrío.
—No lo creo, en ese tiempo estaba muy inmadura, era una niña como tu me lo dijiste y tu estabas muy joven, ahora yo tengo más experiencia y tu eres un señor de la tercera edad.
Suelta una enorme carcajada que lo hace tocarse el hombro.
—Este señor de la tercera edad, podría enseñarte muchas cosas muy interesantes estando desnudos.
Me levanto para salirme del agua, y no puede evitar devorarme con los ojos, su mirada me hace sentir segura por lo que lo provoco un poco mientras camino desnuda para tomar la toalla.
—En esta ocasión no lo creo, estás herido y tengo entendido que a las personas mayores les cuesta más recuperarse.
Me enredo en la toalla y salgo del baño, me pongo un vestido muy fresco y a los pocos minutos sale del baño con una toalla enredada en la cintura, al verlo me doy cuenta que su venda tiene sangre.
—Sam por Dios, estás sangrando, te lo dije pero eres muy terco, siéntate para cambiarte las gasas.
—Este señor de la tercera edad, necesita ayuda para cambiarse.
Saco de una de sus maletas un cambio deportivo y la ropa interior, empiezo a ayudarlo a cambiarse y cuando le pongo el bóxer, él esta sonriendo.
—Sin vergüenza.
—¿Por qué te pones nerviosa? Sólo soy un hombre mayor, además estoy convaleciente, aunque quisiera no podría hacerte nada.
Yo le sonrío y termino de cambiarlo, pero no le pongo la playera, para cambiarle la gasa y la venda, cuando esta listo lo ayudo a recostarse, se ve bastante agotado, así que le doy su pastilla y al poco rato se queda dormido, aunque la cama es muy grande prefiero acomodarme en un sofá que hay en la habitación, tengo miedo lastimarlo, siempre me muevo mucho cuando duermo, además que sería una tentación enorme tenerlo a mi lado, poco me falto para lanzarme a sus brazos y violarlo en el jacuzzi, si no fuera por mis oraciones mentales quien sabe que hubiera pasado.
Al día siguiente me levanto muy temprano y pido el desayuno, Sam sigue dormido así que aprovecho para darme una ducha, cuando despierta esta muy serio.
—¿Sam qué tienes, quieres comer algo?
—No chaparra, no tengo hambre.
Me acerco para revisarlo y me doy cuenta que tiene fiebre, le doy el medicamento que le recetó el doctor y se queda dormido, lo reviso después de unas horas y esta peor, así que de inmediato llamo a Bob.
—Bob—contesta muy formal.
—Hola Bob, soy Camila, Sam tiene mucha fiebre y aunque le di su medicamento aún no se le baja, estoy muy nerviosa.
—Enseguida llevo al doctor para que lo revise.
No tardan mucho en tocar la puerta y entra Bob con el doctor que lo atendió en el hospital, se va directo a la habitación y empieza a revisarlo.
—Parece que empieza a tener una infección, voy a ponerle una inyección y esperemos que con eso se sienta mejor, si para mañana no mejora me vuelve a llamar.
—Si doctor gracias.
Bob se acerca a mi.
—Cualquier cosa no dejes de avisarme por favor.