Un viejo amor.

1232 Palabras
Danielle. Ayer fue una noche tranquila. Nathalie y yo comiendo palomitas y viendo una película, amo pasar tiempo con ella, somos inseparables, una de esas amistades que es hasta la vejes. Llegue a la oficina temprano, tenía la reunión para una colaboración de maquillaje con el CEO de una empresa coreana, todo fue un éxito y me alegra que todo haya salido bien y también me alegro de hablar el idioma perfectamente eso me dio puntos extras. Alguien toca y le pido que pase. Erick entra y me regala una hermosa sonrisa. Él es todo para mí, no solo es con quien tengo sexo, es abogado, mejor amigo e investigador privado. —¡Hermosa, reina! Buenos días. —Buenos días, Erick. —Nathalie me dijo que me necesitabas. —Ayer hablamos de ese bastardo "mi hermano". Quiero que investigues todo sobre él. Edad, familia o lo que puedas, necesito saber a quién me enfrento, así tendré ventaja. —Bien, lo haré lo antes posible. ¿De qué país es? —Alemania al igual que mi padre. —Es verdad lo había olvidado, al igual que tú lo eres. —No, yo me identifico más como canadiense, mi madre era Canadiense y mi padre Alemán, pero siempre que me preguntan declaro que únicamente soy de Canadá. No es nada en contra de Alemania, es solo que no me gusta recordar todo lo que tenga que ver con mi padre. —Lo entiendo, tengo personas que trabajan para mí en Alemania, les pediré que investiguen, solamente necesito el nombre completo de tu padre. —Adolfo Marco Anders. —Te daré respuesta lo más pronto posible, me iré y te dejaré trabajar. Él sale de mi oficina y me siento mal otra vez, la cabeza me da vueltas y mis manos tiemblan, sé que es por el exceso de trabajo, sin embargo, tengo que seguir adelante, sola como siempre lo he hecho. Quisiera que mi madre estuviera conmigo, no obstante, lo que le hizo mi maldito padre nunca será borrado de mi mente. Damián. No puedo creer que en tan solo un día me encontré dos veses con una mujer loca, por mujeres como ella es mejor que me repugnan todas, pero algo fue realmente extraño. A Eunice no puedo tocarla ni con los guantes, pero a ella si pude y no me ocasionó nada, considero que fue el momento nada más, estaba muy enojado. Aunque ella era hermosa, sus ojos verdes se clavaron en los míos y por un momento hicieron conexión, su cabello rubio y sus labios rojo pasión. Al recordar una electricidad corre por mi cuerpo, muevo la cabeza en señal de negación. Solo una más, de esas de la misma calaña que mi madre, de esas solo les gusta seducir a los hombres y aprovecharse de ellos, además, sé que nunca volveré a encontrarme con ella. Desde hace media hora estoy pidiendo servicio a la habitación, desayuno temprano como me acostumbro mi padre adoptivo y muero de hambre. Soy del tipo de personas que le gustan las cosas rápidas. Espero otra hora más y me siento realmente molesto. Bajo hasta la recepción y veo a Carlos. —¿Sucede algo, Damián? —Llámame señor o Jefe, en ningún momento te di la autorización para que me faltaras el respeto, a los superiores nunca se les llama directamente por su nombre. —Tiene razón, lo siento, Jefe. —Se supone que tú me atiendes y que este hotel es de cinco estrellas, llevo una hora pidiendo que suban mi desayuno. —Tome asiento, Jefe. Lo arreglaré en este momento —me dice. Tomo asiento y observo como Carlos habla con el recepcionista y otro hombre que supongo que tiene un cargo importante. ¡No puedo soportarlo más! Me levanto. —Solo tienen dos opciones en este momento, me atienden como debe de ser y me piden una disculpa o aténganse a las consecuencias, ¿saben quién soy? —Lo sabemos, señor, le pedimos una disculpa, tenemos un problema en la cocina —expresa el recepcionista. —Una persona con educación y profesional nunca tiene excusas. Usted que supongo que tiene un puesto considerable debería de revisar que todo esté en orden desde temprano para que no haya este tipo de mediocres inconvenientes. —Jefe, no se enoje, lo llevaré a un muy buen lugar que está muy cerca del hotel, solo subiré por mis cosas —me dice Carlos. Asiento y espero a Carlos. Dos mujeres se acercan a pedir una habitación, me molesta en la forma que me miran. Las mujeres se sientan un poco apartadas, pero aún me observan y hablan entré sí. Por esa razón me gusta cubrirme por completo, en este momento tengo mi rostro al descubierto. —Señor, es usted popular con las mujeres —menciona el recepcionista. —No me importa ser "popular" entre mujeres que solo buscan sexo porque sus maridos no les dan lo que necesitan, limítate a hacer tu trabajo, se supone que por eso recibes un sueldo. El hombre se da la vuelta y sigue asiento su trabajo. No me importa ser cruel, cuando eres débil o amable las personas se aprovechan. Mi padre actuaba igual y siempre fue respetado y exitoso, solo creo que fallo en una cosa, su hija. Hoy tengo que hacer algunas cosas, incluso ir a una fiesta en la noche por parte de del padre de Eunice. Odio las fiestas, pero no podía decirlo porque por supuesto es mi suegro y tengo que entregar personalmente algunos documentos a alguien "especial" como él dijo. Mi suegro el gran Anton Junker; es dueño de una empresa que diseña el logo y envases de los productos, ellos crean el diseño de los cosméticos de mi empresa en Alemania y la que maneja mi querida "hermana" aquí en Canadá. Solo entregaré los documentos en la fiesta y espero que sea alguien serio, así podré irme rápido. Danielle. —¿Estás lista para la fiesta? —Sí, Nathalie. Me siento feliz. —Lo dices por él, ¿verdad? —Anton fue el único hombre por el que he sentido algo, pero sé que él nunca me amo. —Cambiemos de tema, no quiero que te sientas mal, amiga. Contrate a dos increíbles maquilladoras para esta noche, además de varios vestidos que compré para las dos. —Está bien, gracias —me limito a decir. —Entonces nos iremos juntas a mi casa, amiga. Nathalie sale de mi oficina y me siento perdida en mis emociones. Intento sonreír, siento algo realmente raro. Anton era amigo de mi padre, en este momento él tiene 40 años, pero cuanto lo conocí tenía 32 y yo 18. Era muy ingenua y estúpida. Él estaba casado y tenía una hija, yo solo era una chica de 18 años. Tengo ocho años sin verlo y esta noche nos encontraremos en la fiesta. Tengo 26 años y me siento una adolescente que verá a su primer amor prohibido. Él continúa casado con la señora Leonor. Para el mundo son un matrimonio perfecto, pero no me imagino las veces que la ha engañado. No tengo ánimos, iré solo por los documentos y regresaré a casa, o quizás envíe a Erick, pensándolo bien no quiero ver a Anton. ¡Hola, bebés! Otra vez comienzo con la actualización diaria. Espero sus comentarios.  ¿Qué creen que pasará cuando estos dos se encuentren?
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