Tenia más de una hora conversando con la señora Josefina, ella era una mujer muy agradable y en su casa me sentía cómoda, no como en la casa de la señora Lucía que temo tanto por mí que ni siquiera puedo dormir con tranquilidad. La señora Josefina me comentaba que ella siempre le temía a lagos, ríos, mares. Pues ella no sabe nadar por una experiencia que la traumatizó desde pequeña cuando estaba aprendiendo a nadar. —¿Algo de beber?. Volteo a ver al hijo de la señora Josefina, observo el vaso con soda que me ofrecía, con una sonrisa amigable, tomo la bebida agradecida ya que la estaba necesitando, había comido y no había tomado algo para no atragantarme. —Gracias. —No hay porque agradecer. —dijo sentándose a mi lado. —Sabes, me sorprende que Bruce haya tomado la decisión de casarse