Capítulo 15

1098 Palabras
—¿Que hacen todas estas personas aquí?—cuestione. Con ella sentí la suficiente confianza como para poder preguntarle cualquier cosa, tenía la facilidad de hacer sentir cómoda a una persona como yo. —Me imagino que están aquí por la celebración del compromiso del príncipe. —¿Se casará? —Sí, es una lástima, lo comprometieron desde el momento de su nacimiento, pero durante años, el príncipe se negó. —¿Y qué le hizo cambiar de opinión? —Tú— respondió sin dudar. —¿Cómo que yo? —Verás, desde que la reina enfermo, el rey tiene un particular desprecio por la música, incluso el príncipe había dejado de tocar por respeto a los deseos de su padre. —¿Y los eventos musicales a los que ha asistido?—cuestione recordando el evento de liberación de músicos esclavos. —Protocolarios— respondió— estuvieron a punto de no realizarse este año, pero el príncipe insistió. —¿Pero y eso que tiene que ver conmigo? —Espera, aún no termino. La reina adoraba la música, incluso en su juventud aprendió a tocar el violín y el príncipe siempre deseo complacer a su madre intentando tocar para ella, así que desde muy joven comenzó con sus clases de violín, pero nunca encontró un instructor que fuera lo suficientemente bueno para igualar el sonido de su madre, hasta que llegaste tú. —¿Yo?—expresé atónita— Es imposible, mi violín no podría compararse con el de la reina. —Yo también pensé lo mismo, pero el príncipe insistió en que tú fueras su instructora, aunque el rey se negó rotundamente, pero con tal que tenerte aquí acepto reanudar su compromiso y el rey aceptó. —Lo que me dices suena tonto e ilógico. —Así es, pero es la verdad— respondió deteniendo su andar— ¿Puedes volver sola? Mientras narraba aquella extraña historia, no me había dado cuenta de que habíamos llegado a la misma puerta por la que entre hace un par de horas. —Yo...—dije asustada, ir sin mi dueña no estaba permitido— soy esclava, no puedo irme sola. —Esa banda es el emblema oficial del príncipe, tenerla te hace su esclava y los esclavos de la realeza tienen permitido salir solos e ir a donde quieran mientras cumplan con su trabajo, es el permiso especial que mencione antes. Asombrada, baje la mirada observando no solo la magnificencia que portaba sobre el pecho, sino también el poder que tenía una banda como esta. —¿Que pasaría si me la llegan a robar?— dentro de mi cabeza surgían muchas dudas, esta era una de esas—soy esclava, así que seria fácil que otro esclavo me la robe, yo no puedo ni tengo el derecho de hacer ninguna reclamación ante las autoridades. —Que algo así le ocurra a un esclavo de la realeza en este reino es casi imposible. Robar un objeto que tenga el emblema del príncipe es como si le robaras a él en persona y esto se castiga con la muerte, ya sea un esclavo o un libre. Trague saliva. Al menos eso era algo bueno, no la muerte por supuesto, si no que podía irme sin el temor de que me fueran a robar. —Sera mejor que te vayas, te veré mañana en las clases de protocolo. No llegues tarde o no te dejaran pasar. —Esta bien, nos vemos señorita Alva. Muchas gracias por todo. —No me lo agradezcas, es mi trabajo— respondió con una sonrisa. Intente responder a esa sonrisa, pero los nervios comenzaron a invadir mi cuerpo, realmente estaba asustada. Caminar así como si nada en la calle no era algo que pudiera hacer todos los días, al menos no sola y hacerlo me daba pánico, pero aun así comencé a dar mis primeros pasos, por ese largo pasillo que daba a ese gran atrio que rodeaba el palacio. Mis piernas se sentían pesadas a cada paso y mi respiración era agitada aunque eso no empleaba gran fuerza física, pero yo sentía que cargaba algo grande y pesado sobre la espalda, eran mi miedos e inseguridades que me advertían que ir sola no estaba bien para una esclava, pero la voluntad de seguir me hizo ignorar esos miedos, porque pensé que de ahora en adelante esa seria mi realidad, tenia que aprender a ser independiente de lo que me habían enseñado toda mi vida, tenia que ser valiente. El camino para salir del palacio se me hizo eterno, quizás porque mi andar era lento, pero lo hice, al salir de los limites del palacio me sentí extraña, observada, juzgada e incluso aunque Alva me había dicho que no podían hacerme nada si llevaba aquella banda, temí por mi vida, aunque tenia la voluntad, el miedo no desapareció del todo, supongo que se debía al hecho de haber vivido siempre de la misma forma, temiendo y agachando la cabeza. Así que opte por evitar el contacto visual con las personas que se cruzaban por mi camino, me fui rápido sin detenerme hasta que media hora mas tarde logre encontrar la calle que llevaba al lugar donde viviamos. Cuando llegue, Penny me lleno con un sin número de preguntas, algunas de ellas muy difíciles de responder, de por si me sentía agobiada y mi mente no parecía estar aquí, si no en otra parte, lejos del mundo, no solo por el miedo de caminar sola. Realmente respondí rápido y sin detalles excusando que me sentía un poco cansada y debía preparar todo para la siguiente clase, seguro todos había notado mi falta de ánimo, pero ninguno de ellos se atrevió a preguntar el motivo pues sabían muy bien que otro problema me aguardaba y yo lo sabía. La señora Marie había sido despreciada por una esclava del palacio, lo que me hizo darme cuenta que a pesar de su condición, también hay categorías entre libres y esclavos. Supongo que por servir a la realeza se le otorga un permiso especial o algo parecido o quizás simplemente después del tiempo en que ha servido en ese lugar ha aprendido como responderle a los libres sin ofenderlos en apariencia, sus palabras eran una espada de doble filo a la que no se le podía responder de ningún modo, aunque mi dueña lo quisiera. —La señora te llama, Rose—pronuncio Francis, su tono de voz me advertía que habría problemas, sin embargo ya me había preparado mental y físicamente para el castigo, fuese lo que fuese.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR