Capítulo 7 – una trampa a Catalina.

1554 Palabras
Al día siguiente, ya estando completamente instalada, Catalina se levantó muy temprano, se arregló y salió dispuesta a comenzar el que sería su primer día de trabajo. –¡Catalina, creo que anoche empezamos con el pie izquierdo! – Vivian salió de una de las habitaciones y abordó a la italiana. Catalina frunció los labios y la vio con desconfianza, a pesar de eso no le dijo absolutamente nada, era consciente de que estaba en una casa extraña y por como ella veía las cosas, tenía todas las de perder. –Creo que lo apropiado es presentarme – sonrío de forma falsa – soy Vivian, la mujer más importante para Benjamín, después de su madre por supuesto – dijo con orgullo – tú y yo debemos hablar, Benjamín me pidió que te diera instrucciones sobre esta noche – mintió. –¿Instrucciones? Él también puede dármelas, supongo – soltó confundida. –Benjamín es un hombre muy ocupado, ahora mismo no puede atenderte, por eso me ha pedido a mí que me encargué. Tenemos que conseguirte un atuendo apropiado para esta noche. –¿Segura que él está de acuerdo con esto? –¡Por supuesto que sí! – dijo con fingida emoción – te mostraré mis tiendas favoritas, pero tenemos que irnos antes de que sea más tarde – y escucha, quiero lamentarme mucho por lo de anoche, había bebido algunos tragos en el restaurante y me enloquecí un poco, pero no volverá a pasar – Vivian era una maestra del engaño, siempre que quería ponía a las personas a sus pies usando únicamente palabras y sonriendo con esa bonita cara que tenía. Aunque se sentía un poco confundida, y algo le decía que no confiara en aquella mujer, Catalina asintió con la cabeza y se dispuso a seguir las indicaciones de Vivian, era mejor dejar todo en el pasado, había una pequeña posibilidad de que ella y Vivian se volvieran amigas. Ambas mujeres salieron de la casa y fueron al centro de la moda de Bratva, caminaron alrededor mientras Vivian hacia preguntas entrometidas a Catalina, quien decidió no responder y concentrarse en las tiendas de ropa. recorrieron una de las calles mas lujosas de todo Washington hasta que entraron en una que le pareció demasiado exagerada a Catalina que no estaba acostumbrada a exagerar con su ropa. –Tenemos que entrar aquí, te encantará – Vivian haló el brazo de Catalina y la obligo a meterse dentro de una boutique no le parecia nada apropiada a la italiana. –El evento al que asistiremos es el cumpleaños de uno de los miembros del parlamento de Bratva, no será nada elegante, estoy segura de que aquí encontraremos algo. Con un poco de desconfianza, pero sin otra opción, Catalina se puso cada uno de los vestidos que Vivian eligió para ella, efectivamente la mayoría de ellos le quedaban muy escotados en el pecho, muy cortos o no eran de su gusto, hasta que encontró un lindo vestido de color rojo que se le ceñía al cuerpo sin ser demasiado vulgar. –Me llevaré este – anunció Catalina. –Pero creo que tendremos que hacerle un par de ajustes – Vivian hizo un gesto con la nariz – quítatelo, yo lo llevaré a la modista de la tienda para que lo tenga listo para esta noche. –¿Estás segura de que hay tiempo suficiente? –Por supuesto que sí, ¡Anda! Catalina y Vivian pagaron el vestido y dejaron la nota de que un empleado iría a buscarlo antes de las seis. El resto del dia, las dos chicas estuvieron caminando por ahí buscando joyas a juego con el vestido, como si fueran las mejores amigas. ¡Gracias al cielo! Porque Catalina no se sentía capaz de soportar a un enemigo más. —----------------------------------------- Ya se estaba acercando la hora del evento y Catalina había comenzado a prepararse, no había tenido tiempo de ver antes a Benjamín porque Vivian y ella recién habían llegado a la casa y cuando quiso ir a la oficina de Ben él ya no estaba, pero eso no le preocupaba, ya lo vería después. –Esto no fue lo que compré – dijo Catalina mirando el minivestido que estaba en la bolsa que acababa de llevarle uno de los sirvientes de la casa. Ella lo sacó de su empaque y se dispuso a ponerlo, lo metió por debajo de sus pies, hasta que estuvo arriba y cerro el zipper con un poco de dificultad. –¡No puede ser! – soltó un chillido mirándose al espejo, el vestido le quedaba sumamente apretado, sus pechos sobresalían más de lo que ella hubiera querido y la tela en su trasero prácticamente parecía una segunda piel, sin mencionar que le habían cortado como cinco centímetros y a duras penas alcanzaba a cubrir la mitad de los muslos. Era inaceptable, en Bratva, en Italia o en cualquier otro país del mundo. Catalina se puso encima el abrigo que usaría esa noche y salió a buscar a Vivian a la habitación de la que la habia visto salir aquella mañana, ella toco a la puerta tímidamente y esperó hasta que Vivian abrió. –Creo que tenemos un problema, el vestido es muy pequeño – soltó Catalina. Vivian frunció el ceño – muéstrame – seguro estás exagerando. Catalina no le dio más explicaciones y simplemente se abrió el abrigo, Vivian sabía que el vestido era demasiado pequeño y vulgar, pero eso era exactamente lo que ella había estado buscando desde un principio. –¡Estás perfecta! Sabía que solo eran imaginaciones tuyas – la agarró del brazo – Ahora vámonos de aquí, Benjamín nos matará si llegamos tarde. –¡Vivian! No puedo hacerlo, no puedo ir asi vestida. –Si puedes, y por como veo las cosas, ya no tienes otra opción – miro a su reloj – vamos, ya veraz que todas llevarán vestidos muy similares. Vivian soltó una risa malévola al tiempo en que arrastraba a Catalina fuera de la casa. –¿Entonces tu porque no vas así? – la cuestiono. –Porque yo soy la hermana de su ex prometida, tengo que ser más recatada que el resto – le abrió la puerta del auto – ahora anda, entra – empujó a Catalina. Catalina miro a través del vidrio del auto, y se sorprendió cuando llegaron al salón donde se llevaría a cabo el evento, era suntuoso, completamente precioso, le recordaba a la casa de uno de los amigos más ricos de Antoni, pero lo que más la puso ansiosa fue la forma en la que las mujeres iban vestidas, muchas llevaban vestidos largos, muy elegantes y sobre todo, modestos. –Vamos, tenemos que entrar – Vivian agarró a Catalina de la mano y la llevó por una puerta auxiliar. –¿Por qué no estamos entrando con todo el mundo? –Ya te lo dije, soy alguien importante, no puedo entrar por donde todos lo hacen. –Señoritas, me permiten sus abrigos – pidió un hombre vestido de traje n***o y camisa blanca. Vivian lo entregó inmediatamente, por otro lado, Catalina lo dudó antes de desatar el nudo y quitarse la prenda, no sabía que era peor, si pasar por una mal vestida teniendo el abrigo puesto dentro del salón o exhibirse frente a todo el mundo con aquel minivestido, al final resultó quitándoselo por las exigencias de Vivian. –Ahora vamos a hacer nuestra gran entrada. –¿Qué? ¿Cuál gran entrada? – catalina preguntó nerviosa, pero fue demasiado tarde porque Vivian ya la estaba empujando de la mano para bajar por unas escaleras en donde todos podían observarlas. En cuanto las chicas comenzaron a descender, los ojos de los presentes se pusieron sobre el cuerpo de Catalina, podía ver las miradas pervertidas de los hombres y los cuchicheos de las mujeres, sabía que estaban hablando de ella, no era estúpida. Benjamín, que estaba en la primera planta, casi se vuelve loco cuando vio a Catalina, se veía jodidamente provocativa, pero parecía una puta de alta categoría, no sabía en que había estado pensando Catalina para haber usado un vestido como ese. –¿Qué demonios tienes puesto? – él la agarró del brazo y murmuró en su oído. –Este vestido lo compre hoy, Vivian dijo que estaba bien, que podia venir así. –¿En qué mundo vives? ¿Te has dado cuenta de cómo te están mirando? Ella vio a su alrededor, todos seguían murmurando sobre su atuendo, catalina se sintió incomoda enseguida y entonces se haló la falda hacia abajo, pero no era suficiente. –Lo siento, Vivian dijo que ya era demasiado tarde para cambiarme… – intentó explicarle, sin embargo, en cuanto miro a la derecha vio a Vivian tomándole fotos y riéndose junto a Alise. Todo había sido una trampa para hacerla pasar vergüenza frente a todas aquellas personas importantes. –Tengo que salir de aquí – le dijo con ganas de llorar – ¿Por dónde puedo irme? Benjamín le señaló la salida. –Me iré, lo siento mucho. Ella camino hacia donde él le había dicho, sin embargo, se detuvo en cuanto escucho el sonido de algo rasgándose. Ella se llevó la mano al culo solo para darse cuenta de que su vestido se había roto justo en el trasero.
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