–¿Cuánto cuesta una noche en este hotel? – preguntó Catalina en la recepción del primer lugar que se encontró en el camino, parecía bastante sencillo, pero decente, justo lo que ella necesitaba para poder pasar la noche. Cuando el hombre detrás del mostrador le dijo el precio de la habitación, Catalina abrió la boca y quedó asombrada. –¿Todo eso? ¡Pero si este sitio se ve muy sencillo! – ella miró a su alrededor, a las paredes pintadas de forma deficiente y a la pobre decoración. –Si no tiene para pagar lo mejor es que se vaya a otro sitio y evite hacerme preguntas estúpidas. –No, no – Catalina no quería enfurecer al hombre, era casi media noche y debía encontrar un lugar rápidamente – tengo con que pagar – ella abrió su billetera y contó los billetes que tenía. Aunque eran algun