Ella no me recordaba y tal vez era lo mejor, todo el tema del contrato había resultado mal, por mi ambición ahora Bett estaba en un hospital en recuperación. Le conté a Bett de nuestra infancia y en como yo era una mala influencia que la arrastraba siempre a hacer travesuras y mientras lo hacía descubrí que siempre era yo el culpable de lo malo que a Bett le sucedía, quizá el que ella me olvidará no era del todo malo. Me di una ducha rápida y me vestí de la forma más elegante posible, quería ver a Bett los días que estuviera en el hospital. Entre en la habitación, Bett me sonrió, Oliver estaba con ella. — ¡Hola, Franco! — me saludo eufórica. Sonreí disimulando mi tristeza. — ¿Cómo te sientes hoy, Bett? — ella sonrió y me miró. — Estoy bien, el médico dice que estaré aquí un día más