Me había visto obligado a decirle a mi padre lo sucedido con Bett, ganándome por su parte un gran insultó y un gran repertorio de como debía cuidar a mi mujer, pero al final valió la pena porque ahora estaba yendo a Francia con mi hermano y un par de sus hombres, no dejaba de apretar mis manos, el vacío en mi pecho se sentía cada vez más fuerte, un mal presentimiento, lo único en lo que podía pensar era en Bett, sufriendo las locuras de mi ex mejor amigo. No podía parar de maldecir a Bastian y a su obsesión por acabar con mi vida, como si ya no fuera suficiente el sufrimiento que había vivido al perder a mi madre, él lo sabía, no entendía entonces porque lo había hecho, era mi mejor amigo, lo consideraba un hermano. Miré a Luciano quien bebía un whisky y miraba por la ventana en silencio,