Antes de que Raquel pudiera responder, Melanie salió del comedor, en ese momento, Barbara se levantó con una expresión de pereza.
—Feliz cumpleaños, señora Herrera, discúlpeme también.
Sin pensarlo dos veces, Barbara siguió a su madre y los demás no pudieron hacer más que quedarse atónitos, sin embargo, después de un breve silencio, continuaron divirtiéndose.
—¿Pueden seguir riendo después de ofenderme a mí y a mamá? —refunfuñó Barbara, deteniéndose para asegurarse de no haber oído mal— ¡Simplemente son demasiado!
De repente, Philip apareció frente a ella, él acababa de dejar una silla en la veranda trasera.
—¿Adónde vas? La fiesta no ha terminado.
La voz de Philip intensificó la tensión dentro de Barbara, quien cerró la boca espontáneamente, pero luego, cruzando los brazos, levantó
