Llegando a la mansión Thompson, Jeremy redujo la velocidad, en el patio trasero había una mesa dispuesta por dos sillas allí, Connor estaba sentado en la silla de la derecha, tomando su café vespertino, pero otra taza humeante también parecía estar esperándolo, así que sin saludar, Jeremy tomó asiento. –¿Te has ocupado de los sirvientes de ese lugar para novias? – preguntó Connor mientras bajaba su taza. Jeremy asintió – Sí, señor, les advertí y enfaticé que no podrían trabajar en ningún otro lugar si violaban la advertencia. Connor frunció los labios, esa era su forma habitual de lidiar con los problemas, diferente a la de su abuelo, que prefería métodos crueles. –¿Y qué hay de Ben? Jeremy susurró: – Se sorprendió un poco cuando se enteró de que aceptaste trabajar con él, ha firmado

