–¡Hola, esposito! Al oír la voz que lo saludó desde la puerta, Connor respiró hondo. –Estaba esperando que llegara Sofia ¿pero por qué vino esta bruja en su lugar? – gruñó muy bajito sin apartar la vista del documento. Isabela no escuchó el murmullo, ella solo caminó casualmente hacia el escritorio de Connor y luego se sentó al borde, insinuándose a él. –¿En qué estás trabajando, esposito? – Ella revisó los papeles que el director ejecutivo estaba estudiando. –Tengo mucho trabajo que hacer, si solo vienes a molestarme, será mejor que te vayas – dijo Connor en voz baja y enfatizada. Isabela resopló sarcásticamente, pero aún mantenía una pequeña sonrisa en su rostro. –No necesitas hablar de manera brusca para ocultar tu vergüenza, esposito, puedo entender eso, ayer, todavía

