El lunes por la mañana, Sofia corría de un lado a otro en la mansión de Connor. Ninguno de los sirvientes se atrevía a revelar la ubicación del CEO. Sofia se vio obligada a revisar cada rincón del magnífico palacio con sus propios ojos. Al pasar por la ventana que daba a la piscina este, finalmente encontró a su jefe. El hombre estaba haciendo ejercicio cerca de la piscina. –Lamento llegar tarde, te he estado buscando por todos lados y nadie supo darme tu ubicación – jadeó Sofia. Aún en posición de flexión, Connor miró su reloj. –¿Me estuviste buscando por veinticinco minutos? – cuestionó con un gesto de impaciencia. Connor se levantó. Las gotas de sudor en su piel bronceada brillaban bajo el sol de la mañana. Su atractivo hizo que Sofia no pudiera dejar de observarlo. ¡Además, el ho