Barbara apartó la mano de Melanie de su hombro al tiempo en que sus lágrimas se hicieron más espesas.
—¿Qué piensas de mí? ¿Soy tu hija? ¿Entonces por qué no me amas incondicionalmente, como las otras madres?
Inesperadamente, Melanie soltó una carcajada y las comisuras de sus labios se torcieron con desdén.
—¿Crees que las demás madres aman a sus hijos sin esperar nada a cambio?
Mientras alzaba las cejas, Melanie negó lentamente con la cabeza.
—Estás equivocada, querida, las demás madres simplemente nunca lo dicen, todos consideran a sus hijos como una inversión, no te criamos gratis, por supuesto que tienes que devolvernos el favor, especialmente tú…
Melanie acarició la mejilla de Barbara.
—¿Alguna vez en tu vida he dejado de cumplir alguno de tus deseos? Siempre he accedido a tod
