Algunas horas después —No me mentiste— Dice mientras voy manejando por las calles de San Agustine hasta que finalmente consigo entrar al estacionamiento del hotel donde nos vamos a quedar el cual, queda justo enfrente del mar y tiene vista al castillo de San Marcos y el puente de Ponce de León. Sonrió ante su cara de asombro —Claro que no te mentí, es mágico— Respondo con orgullo. Él me mira —Es como si hubiésemos viajado en el tiempo— —Algo así, pero vení, vamos a dejar nuestras cosas en el hotel y después empecemos a disfrutar de todo esto ¿te parece?— Le propongo y asiente. —Dale— Accede y así nos bajamos los dos del auto. Él como el caballero que es a toda hora, se encarga de bajar nuestro equipaje y una vez que lo tiene me alcanza en la entrada para que así vayamos a la recepció