Caminamos hasta el auto y nos detuvimos cuando escuchamos a una mujer discutir con alguien. —¡Ya te he dicho que no!. —¿Cómo pudiste?. —¡Es mentira!. —El chisme se sabe en todo el lugar, no te bajan de… No sé veía muy bien, estaba oscuro, y decidimos no intervenir, no era nuestro asunto. —Vamos, te llevo a casa—Dije y abrí la puerta para ella, ella estaba por subir cuando un listón de uno de sus regalos se atoró con el chongo de su cabeza. —Déjame ayudarte. Ella trataba de quitárselo y no podía, y yo trataba de ayudarla pero no dejaba de moverse, nos empezamos a reír porque éramos demasiado torpes y el listón se enredaba más. —Espera— Dije y la sujeté de los hombros. —No te muevas—Ordené. Ella se quedó quieta, nos miramos a los ojos y luego me acerqué para quitarle el listón, lo
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