Zorra. —Verá, Harr… — —¡Suficiente! —interrumpió Harrison y se puso de pie, su abuela y Francis lo miraron extrañadas, casi parecía que estaba sudando frío, —Ya es muy tarde, mañana hay que madrugar, abuela ¿Quieres que te lleve a tu casa, ó prefieres quedarte a dormir — —Cariño que grosero eres—dijo Francis, —Por supuesto que se quedará, ¿Verdad? — La señora Leonora sonrió y negó, —Que más me gustaría, pero no puedo, ya quede con unas amigas, vamos a reunirnos mañana en la mañana, y soy anfitriona— —Es una pena—dijo Harrison, y miró a Francis, el odiaba que le pusieran apodos cariñosos, lo odiaba en serio, Y Francis solo había confirmado algo, y también había asustado a Harrison, dejándole saber que la próxima vez que la lastimara de algún modo, ella no dudaría en acusarlo, con es