30. Las miradas no se fingen

2129 Palabras

Camino despacio y la veo muy entretenida en su computadora, vienen a mi mente los recuerdos de aquel día que venía enojado por su propuesta, y ahora, estoy aquí porque no podía aguantar más sin verla. —Señorita Golden —saludo y levanta la cabeza para mirarme, luce sorprendida. Se pone de pie rápidamente y se lanza a mis brazos, devolviéndole la calma a mis nervios. —¡Qué sorpresa! —exclama. —¿Buena o mala? —pregunto, abrazándola. —Excelente —dice dándome un beso. —No quiero interrumpir, pero te extrañaba, quise pasar a saludarte y también por un beshito —señalo mis labios y sonríe, pasa sus manos por mi cuello y me da un pequeño beso. —Déjame cerrar la puerta —dice alejándose, al regresar me toma de la mano para llevarme a la estancia en la que hay dos sillones—. ¿Quieres un

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