Matías —¿En dónde está? — pregunté a penas vi a Vives. Había venido directo desde la casa de Christine, odiando que hayamos tenido que acortar nuestra cita, primero por culpa de Portillo y luego por este maldito idiota, aspirante a perro rastrero. Pero una cosa es segura, si no me decía quien lo había enviado a seguirme, él sabría lo que siente que lo persigan, que lo acechen y que arruinen sus malditos planes. —Portillo lo está interrogando en la tres. Maldije varias veces, mientras avanzaba a paso acelerado hasta la maldita sala de interrogatorios. Había pedido que lo encerraran hasta que llegara, quería ser el primero en sacarle las respuestas y con Portillo interviniendo, esto podría resultar frustrado. Abrí la puerta, de un tirón, entrando y observando a los tres hombres

