Matías No podía dejar de moverme, no importaba cuántas veces había subido y bajado de mi auto, recorriendo las calles de un lado a otro, consultando en los tres malditos hospitales que hay en la ciudad y en ninguno se encontraba Christine. Me estaba volviendo loco de la preocupación, cada vez más seguro de que mi maldito mal presentimiento era una realidad. Todo me llevaba a pensar que finalmente habían atrapado a mi compañera, que había caído en la trampa y que la utilizarían para darme una lección. Pero lo que ellos desconocían, era que la lección se las terminaría dando yo. ¿Cómo se atreven a secuestrar a la compañera de un hombre lobo? Aunque independientemente de mi naturaleza cambiaforma, ellos deberían pagar muy caro su desafío. Escuché mi teléfono sonar y lo saqué de mi bols

