Curtis Wood. La puerta se cierra con un susurro final y eso duele más. Hace más daño que un portazo, que un grito. El sonido sordo y suave del final es definitivo, es como esa tierra que se abre en un terremoto, como ese mar que retrocede y regresa con todas las fuerzas a arrasar con lo que queda. Es un sonido que me abre el pecho en dos, pero que me obligo a escuchar, a seguir replicando en mi cabeza como un eco. Lo hago quedándome inmóvil, con el alma en carne viva y ese instinto que actúa siempre por su cuenta, siendo contenido. Porque no puedo seguirla. No hoy. No ahora. No corro tras ella. Tras la mujer que se volvió mi todo en solo treinta días, en horas, en minutos. En un solo silencio compartido. En un incendio que nos hizo arder juntos. Porque correr sería egoísta, porque sé
Escanee el código QR para descargar y leer innumerables historias gratis y libros actualizados a diario