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—Chiquita, tranquila… No importa. Bien merecido me lo tengo —contesta sin mirarme a los ojos, con vergüenza y culpabilidad.
—Ven para acá —agarro su mano y lo llevo a mi oficina—, porque ni loca voy a reunirme con tu mamá y que te vea la cara con ese golpe.
Apenas entramos a la oficina, agarro mi silla y la pongo junto a la ventana, lo hago sentar y me alejo un momento para buscar un poco de mi maquillaje. Cuando me ve de vuelta con los productos en la mano se ríe un poco, pero no me contradice, aunque sí me pide un espejo para poderse mirar.
—¡Mierda! —grita cuando se ve un moretón en toda la esquina entre el la mejilla y la quijada —. Creo que Claire sigue yendo a clases de crossfit —dice torciendo la boca, sin dejar de ver su reflejo en el espejo de mano que le al
