A la mañana siguiente, Lacey se despertó temprano, dejando a Julien durmiendo. Hacía días que no podía entrenar y echaba de menos a sus jóvenes guerreros. Lacey empacó su bolsa de práctica y bajó las escaleras hacia el comedor principal. Cuando ella entró, todos se apartaron de su camino. —Buenos días, Reina Alfa —dijo un m*****o de la manada tras otro, apartándose de su camino. Brogan se acercó a ella y sonrió. —Buenos días, Reina Alfa. Lacey miró a la manada y todos seguían mirándola. —¿Qué es todo esto? Brogan sonrió. —Se ha corrido la voz de que te enfrentaste a Alfa Taregan. —Se inclinó más cerca—. Te miran con admiración. Escalofríos recorrieron su cuerpo. —Gracias. —Luego se dio la vuelta para mirar a todos los que estaban en la habitación—. Gracias a todos por su lealtad. S