Jenefer… Cuando nos quedamos solos lo observo detenidamente y veo que se encuentra golpeado, me preocupo, pero no se lo demuestro. Puedo ver en sus ojos que está nervioso, pero me doy cuenta de que en este momento no puedo hacerlo. Me pongo de pie quedando frente a él. - Debemos hablar – repite, pero yo niego con la cabeza. - No puedo, no aquí, no ahora – respondo cruzándome de brazos ya que de repente siento mucho frio. - Necesitamos hacerlo – dice tratando de acercarse a mí, pero retrocedo un paso. - Pues te jodes, porque el momento de hablar era ese día en Paris – trato de que la voz no se me quiebre. – pero no quisiste, no permitiste que te explicara, me trataste como lo peor... - Jamás me dijiste – trata de justificarse y yo rio cínic