—¿Hijo… pero qué…? —mi madre estaba anonadada al vernos. —Lamento hacerte esto, pero salí de viaje a la capital para recibirlos y quisieron dar un recorrido por Andalucía. Ellos son los amigos que te conté de Roma. Me sentí como un niño al ver la enorme felicidad de mi madre, parecía que de nuevo se le iluminaban los ojos igual a cuando traje a mis primeros amigos de la escuela. —Por favor no se queden ahí, pasen —nos adentró rápidamente. —No imaginan el gusto que me da conocerlos, Chris me habló tanto de ustedes. —El placer es nuestro, mi nombre es Joan Monteiro, conocí a su hijo desde que estudiábamos en la capital —estrechó su mano con encanto, pero mi madre, muy a su manera, le dio un fuerte abrazo. —Recuerdo verte en una foto de cuando él recién llegó a Roma, aunque en aquel ento