Christian Esas fueron las primeras palabras que escuché de sus rosáceos labios, su voz seguía siendo angelical y al mismo tiempo guardaba algo en ella, no sabría decir si era dolor, ira, resentimiento o quizás era producto de mi imaginación ante la tensión que sentía por verla nuevamente. Me dije mentalmente que no debía desfallecer, lo pasado es pasado y ahora eran ocho años los que nos separaban, años en los que pasaron muchas cosas con nosotros, años en los que cada uno hizo una vida lejos de aquí, del otro… y aun así me hacía sentir tan nervioso ante su presencia. —Gracias, me alegra saber que estás aquí y por lo visto muy bien —dije. Sus mejillas se ruborizaron haciéndonos esbozar una sonrisa maravillosa. —Es usted muy amable… padre Valencia. Debí tragar grueso ante su pecaminosa