Christian No sabía cuál Montenegro era peor en este momento, pero debía deshacerme cuanto antes de Raúl al sentir la sangre bajar a mi entrepierna con cada succión que hacía ella a la par de un perfecto trabajo manual que supo combinar diabólicamente. Al final accedí a la invitación asegurándole que buscaría a Alma, le informaría que nos veríamos en dos horas para dar un recorrido los cuatro en la zona ecológica y en la noche iríamos al casino, pero fue porque no soportaba un minuto más llegando a liberar mi deseo en la boca de ella en cuanto él se alejó devuelta a la habitación y la muy descarada salió con orgullo tras acomodar la prenda dejando un beso en mi mejilla. —Ojo por ojo, padre, ahora estamos a mano —murmuró perversa en lo que yo recuperaba el aliento. Parecía que me había s