Christian Llegué con el espíritu destruido, abrí el baúl de mi habitación, tomé el flagrum y me dirigí a la iglesia quedando frente a la imagen de Cristo crucificado escuchando un fuerte relámpago. —Siempre me imaginé esto, pero no creí que algún día lo haría —dije arrepentido a la cruz frente a mí. —¿Qué daño te hice en aquel entonces para que me hicieras sufrir con el castigo de Ovidio y la pérdida de un hijo? —mis gruesas lágrimas brotaron como cascadas. —¿No fueron suficientes los golpes que me dieron en la capital cuando estudiaba para ser un servidor tuyo, las veces que me ahogaron o cuando me apalearon porque me negaba a hacer sus asquerosos actos supuestamente en tu nombre...? Lloré más, caí arrodillado frente a él y di un fuerte grito intentando sacar un poco mi dolor, pero má