Andrés Miro a un tipo entrar con aires de querer pelear y lo paro enseguida poniendo una mano en su pecho. Me mira de arriba abajo con sus ojos azules grisáceos, las cejas arqueadas y tira hacia atrás su cabello mal teñido. Esboza una sonrisa burlona y ya me dan ganas de darle un buen puñetazo. Reconozco a los tipos como ellos, son problemáticos. —Ya está cerrado —digo inmediatamente con tono serio—. No se puede pasar. Celeste, que salió corriendo ni bien lo vio, vuelve seguido por la morocha, que se paraliza enseguida. Eso no es nada bueno. —Soy el marido de ella, supongo que puedo entrar —expresa el desconocido con tono irritado. ¿Marido? ¿Cómo? Miro de reojo a mi jefa, que claramente está en estado de shock, pero rápidamente se da cuenta de mi mirada y se acerca. —Mi ex marido —a