—No lo sabía… Todo ha sido terrible… ¡tremendo! De pronto te vi en tu asiento, en la sala, cuando entraste. Tan pronto como llegamos, subí las escaleras que conducen al escenario y deambulé por allí con mi padre, y en ese minuto te vi. ¡Me sentí demasiado nerviosa como para hablar! Me era imposible hacerlo mientras tú estuvieras allí. Mi padre no te reconoció y yo no le dije nada, pero Olive lo adivinó todo tan pronto como volví. Se precipitó hacia mí y me miró… ¡no sabes cómo me miró! Y lo comprendió todo. No necesitó ir a asomarse, comenzó también a temblar, y a creer, como yo creía, que estábamos perdidas. ¡Escucha, escucha al público! Ahora quiero que te vayas… te veré mañana, todo el tiempo que quieras. Es todo lo que quiero ahora; si te vas, aún será posible arreglar la función. A p