- Sé que debes estar molesto conmigo, pero quiero que sepas que en realidad me enamoré de ti – las lágrimas comenzaron a brotar en sus ojos y aunque parecían sinceras Kreves no podía evitar que su enojo siguiera incrementando al ver que la mujer por la que tanto sufrió por su muerte estaba frente a él.
- Guárdate esas lágrimas de cocodrilo que no te quedan. Solo dime lo que sea que quieras decirme y luego lárgate. – Cada palabra que decía Kreves destilaba veneno, lo que nunca se imaginó es que tras ellas recibiría un fuerte golpe en el pómulo izquierdo.
- Por una vez en tu vida puedes callarte, solo escúchala. Eres como tu maldito padre, dando su opinión antes de saber todos los hechos – dijo aquel asesino.
- Borysko, déjalo, tiene todo el derecho de estar molesto conmigo…
- Con que as
