Leo tenía una mano en el volante y los nudillos blancos. Regina lo observó de reojo mientras seguía escribiendo, después de un momento, guardó su celular – listo, Cristián ya tiene la información. Buscará al dueño del dominio y si lo encuentra, podríamos tener algo importante. Leo guardó silencio. – Sabes, fue diferente a como lo imaginé – continuó Regina – muy rápido, tardamos más en llegar. Leo soltó un suspiro largo. Regina apoyó la cabeza contra el respaldo, mirando el techo del coche. Lo entendía. Mejor dicho, intentaba entenderlo. Jamás odió a alguien tanto como Leo odiaba a Antonio ni fue parte de esa historia. Su vida transitó de forma paralela, ella tenía citas, discusiones con su madre, se distanció de sus amigas y sufrió depresión mientras él armaba su investigación y plane

