Jorge bufó antes de decir algo y sintió el frío que calaba los huesos, también tenía hambre – ¿estás libre para comer? – preguntó, finalmente. Antonio miró el número de la llamada que acababa de recibir y frunció el ceño – ¿quién habla? – Reconocí tu voz, pero tú no la mía – dijo Jorge. Sabrina seguía de pie esperando que se detuviera un taxi. Antonio se levantó y miró por la ventana, afuera el clima era bastante frío y el termómetro marcaba diez grados centígrados – Jorge – dijo, después de una breve pausa. – Acertaste. – ¿Cómo conseguiste mi número? – No puedes esperar que responda eso, entonces, ¿tienes tiempo? Antonio asintió – te veo en Obsidiana. – Llegaré en media hora – anunció Jorge y colgó la llamada. Después de varios minutos, Sabrina logró conseguir un taxi, acomodó s

