Lucas colgó la llamada – hay un apagón en toda la zona, tomará diez o quince minutos. – Interesante, si me hubieras recibido cuando llegué, para esta hora, nuestra conversación ya habría terminado – dijo Gabriela, molesta por la declaración de Lucas. Él encendió la lámpara de lectura que estaba sobre la mesa y la apuntó hacia arriba. La luz blanca se reflejó en el techo de la habitación y creó una luz tenue. – Lo que dije es verdad. Recibes suficiente. Gabriela no pudo creerlo – entonces dime, ¿dónde exactamente se encuentra esa casa modesta en la que quieres que viva?, y por qué, después de treinta años casada contigo, ¡eso es lo que me ofreces! – alzó la voz y sus ojos lagrimaron – todas las personas a las que conozco saben lo que pasó, ninguna querrá abrir un negocio conmigo ni acep

