El borde de la cama se hundió cuando Regina se sentó, Leo aún estaba de rodillas. Regina se quitó el suéter empujando el tejido hacia atrás y alejándose un poco para liberarse de las mangas, Leo se levantó, recargó la cabeza sobre el hombro de Regina. Ambos cayeron sobre la cama, Regina se levantó para sentarse encima de las piernas de Leo, pasó los dedos por los botones de la camisa y empujó la tela de la chaqueta, pero mientras lo hacía notó algo extraño. La respiración de Leo se volvió regular, sus brazos estaban recargados sobre el colchón y en pocos segundos Regina lo entendió. Se había quedado dormido. Regina resopló y susurró – ¡frustrante!, no alcanza a describirte. Quería ser comprensiva, era de madrugada, Leo había tenido días complicados y esa tarde estuvo bebiendo y platic

