Después de todo lo que pasó necesitaba ruido. Karla fue una de las pocas compañeras que tuve en la universidad y con quien me llevé bien. Estuvimos en un grupo y presentamos una exposición. Me sorprendió su forma de trabajar, era muy relajada, pero también muy perceptiva. Los trabajos en equipo muchas veces son peleas de ego, por eso los odiaba. Con Karla fue diferente. Recibí la invitación a su boda y planeaba llevar a Adrián, pero prefería ir sola y ella se veía radiante, casi habría apostado dinero a que tendría uno de esos matrimonios sólidos que duran para toda la vida. Un año después, supe que su esposo la engañó y ella le pidió el divorcio. Por eso, verla llegar a la cafetería donde nos citamos con un vestido floreado y un embarazo de al menos cinco meses, me dejó con la boca abi

