Víctor tenía un lapicero entre los dientes y ambas manos sobre el teclado de la computadora. No escribía tan rápido como Sarah, pero se defendía y en cierta forma…, estaba presumiendo. Terminó el escrito, pasó la mirada a la libreta y fue cuando notó que su lapicero no estaba. Lo buscó por un par de segundos y miró a Sarah. – Vishte mi lap… Se lo quitó de entre los dientes, tragó saliva y volvió a escribir. Sarah sonrió con los labios muy unidos para no herir los sentimientos de Víctor. Afuera la música comenzó. Como cada día a esa hora Emperatriz activaba las bocinas y llenaba la calle de ruido. Sarah se levantó para cerrar todas las cortinas y encendió las luces – sigamos – dijo. La tienda continuaba cerrada y en proceso de remodelación. ***** Leo se inclinó hacia el frente, la te

