Era la primera sesión de terapia de Regina desde la noche de la hipnosis y para conmemorarla, había una taza de té sobre la mesa. – Gracias – dijo, antes de levantar la taza y darle un sorbo. La doctora Andrea sonrió – te noto diferente, ¿te cortaste el cabello? Regina subió la mano hacia su oreja – cambié de peinado. Su preparación solía tomar horas, no solo aplicaba cremas y tratamientos en su rostro, también se lavaba el cabello, usaba el secador, la plancha y otros aditamentos para darle mayor volumen porque su cabello al natural, era lacio y escurrido, igual al de su madre. – He pensado en cortarlo – admitió. – Dime, ¿cómo has estado? Anteriormente Regina habría respondido “bien”, sin importar cómo se encontrara, ahora entendía cuán compleja era esa pregunta. ¿Cómo estaba? –

