Mis amigas decidieron quedarse el viernes a la noche a dormir en mi casa, así que estoy soportando sus gritos y sus guerras de almohada, aunque me encanta verlas contentas. Sofi agarra un pedazo de pizza y, justo antes de que entre a su boca, se le dobla y toda la muzzarella cae sobre sus piernas. No podemos evitar reír a carcajadas y ella se encoge de hombros, agarra el queso y lo vuelve a colocar sobre la porción para comerlo sin problema.
—Entonces, estás entre dos hombres y ambos son unas bombas sexuales… —repite Jessica. Asiento con la cabeza, decidí contarles porque la situación me está volviendo loca—. Uno es rico y el otro es pobre.
—Y uno está casado y el otro soltero —agrego comiendo una aceituna.
—Todavía no sabés si es casado, puede ser viudo, divorciado, o son de esas
