Se me estruja el corazón cada vez que alguno pasa por una curva, o cuando se juntan todos en un solo sitio. Van demasiado rápido y me hace temblar de pies a cabeza. Sigo con atención el coche de Lucas desde lejos, no me quiero ni acercar. Mis amigas están en la primera fila alentando a los chicos, sobre todo a Alejandro, excepto Sofía que está gritando a viva voz por Franco. Al parecer, los obreros están conquistando mucho más que los millonarios. —Vení —me dice Gise, niego con la cabeza—, Lucas va perdiendo, te necesita para que le des fuerzas. —No me voy a acercar ahí, con la velocidad a la que va me va a ver como si fuese un rayo, ni vale la pena —replico haciendo un gesto para restarle importancia. Ella pone una mueca de disgusto y vuelve a mirar a la pista. Me siento un poco