Después de darnos un beso y un abrazo, Daniel y yo nos quedamos un momento abrazos, en este momento no puedo soltarlo. Realmente lo amo.
—Dejen de cosas cursis y sirvan el desayuno.
—¡Sara! ¿Qué haces aquí? —Pregunto.
—Queras decir, ¿qué hacemos aquí? —dice Clara.
Ellas estaban sentadas en el sofá todo el tiempo. El sofá de mi sala es enorme y está de espaldas hacia la cocina, por eso no se ve cuando alguien está sentado al otro lado.
—Tenemos hambre y Daniel nos prometió desayuno hace quince minutos —reclama, Clara.
—No te preocupes, mi amor, yo les llevaré la comida ve a platicar con tus amigas.
—Mi amor, déjame ayudarte —le digo, pero él se niega.
—No, Erika, no te preocupes pronto les llevaré el desayuno.
—Está bien, gracias.
Me dirijo al gran sofá y me siento en medio de Sar
