Narrador Omnisente Óscar estaba en el jardín desayunado con Natalia, cuando Jaime llegó. Óscar lo vió y le dijo. –Espero, que sean buenas noticias– le dice Óscar mientras lo mira directamente. –Lo siento jefe, pero nadie sabe dónde se metió esa niña– Óscar estaba fúrico, aventó el vaso con el jugo de naranja. –¡Maldita sea! ¡¿Cómo es posible qué nadie sepa en dónde diablos está Lisa?! ¡Tengo una bola de inútiles!– gruñó furioso. –Ay mi amorcito, ya déjala por la paz, ¿Para qué la quieres a ella si me tienes a mí? Yo te doy todo lo que necesitas, ocupas a una mujer como yo a tú lado, no a una mocosa– dijo Natalia con arrogancia. Óscar le echó una mirada de furia. Natalia mejor siguió tomando sus alimentos en silencio. Pues sabía que si seguía hablando le iría muy mal. En cuanto miró