Me gusta ir en su moto en un recorrido más largo que sólo de medio campus a la residencia. Seth es un buen conductor y cada vez que para por las señales de tráfico me pone una mano en la rodilla asegurándose de que sigo aquí aferrada a él como si la vida me fuera en ello. En realidad me he relajado después de salir del campus y acostumbrarme a la velocidad. Serpentea por calles oscuras y el único foco de la moto alumbra una carretera desierta con pocas farolas que atraviesa varios polígonos industriales. Me gustaría no pensar tanto, pero no puedo, creo que estoy hasta temblando de pánico por el sitio al que me he arrastrado para venir. La moto se dobla y como en cada esquina que coge me sujeto con más fuerza a él. Reduce la velocidad y se me destaponan los oídos con el repentino ruido que