Una puerta de color cobre se mostró en los ojos de los dos mejores amigos. Ambos se voltearon a ver con diferentes expresiones de cada uno; Alexander no sabía que hacer, por lo que se mantuvo con su ceño fruncido; mientras que por otro lado Sean sacaba su celular para poder teclear un mensaje. - ¿Y ahora qué esperas hacer? - Se cruzó de brazos mientras observaba que el empresario asentía al leer un mensaje - No pienso entrar al auditorio cómo si fuéramos los dueños del lugar. Sean se limitó a alzar su mirada hacía Alexander durante unos cuantos segundos, para después bajarla de nuevo a su celular y leer nuevamente lo que debía de hacer para abrir la puerta. Sin contestarle nada a su mejor amigo, caminó hacía la puerta de cobre y con su mano derecha le dio tres golpes. - Me sien